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La ciudad chapaca está de fiesta porque volverá a tener un equipo en la máxima categoría del fútbol boliviano.

En medio de petardos y bocinazos, la hinchada del club Ciclón en Tarija festejó el ascenso de su equipo a la Liga del Fútbol Profesional Boliviano (LFPB) después de 20 años que intentó su retorno. Decenas de hinchas con camisetas 'albicelestes' portando banderas con los tradicionales colores, inundaron paseos públicos para dar rienda suelta a su alegría por concretarse la meta trazada. 

En el pasado quedó aquel fatídico 25 de noviembre de 1995, cuando el equipo del popular barrio La Pampa descendió tras perder por penales con Blooming por 7-8 en el estadio Félix Capriles, en un cotejo que terminó empatado 1-1. 

El expresidente de Ciclón, Luis Ariel Tolay, que lo llevó al fútbol rentado en 1988, dijo que ahora viene el desafío de conformar un equipo que participe para ser protagonista en el torneo liguero y no sea un relleno. “A Carlos Yeske, actual presidente del club, siempre le dí mi espaldarazo y seguiré haciéndolo ahora que estamos nuevamente en la Liga Profesional”, afirmó Tolay muy emocionado y con lágrimas en los ojos tras concluir el partido con empate de Ciclón y Guabirá en Montero. 

El exfutbolista Franz Álvaro Calustro, que fue integrante del equipo descendido y que ahora vive en Caraparí, expresó su satisfacción por el logro de Ciclón, porque en los últimos torneos de la Copa Simón Bolívar 'parecía una maldición', ya que siempre pasaba algo. 

En 2009 por un error del director técnico, Mario Rolando Ortega, el cuadro tarijeño no pudo llegar a un partido extra con Guabirá por permitir el ingreso de un extranjero más en cancha, eran ya cinco, luego de estar ganando por 3-2 en el estadio IV Centenario. Calustro considerá que el cuadro pampeño es un sentimiento del pueblo tarijeño. 

En Caraparí, donde se encuentra el megacampo San Alberto, los simpatizantes de Ciclón también festejaron tras el empate que consiguió ante Guabirá y le permitió hacer realidad su ascenso a la Liga profesional. 

Fuente: El Deber.

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